El presente blog es el resultado de la experiencia investigativa "Quinchía una memoria de resistencia oculta entre montañas" que se realizó en los años 2014 y 2015, gracias a las voces y la presencia de distintos sectores de la comunidad de Quinchía en el departamento de Risaralda y con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y Colciencias.

viernes, 22 de mayo de 2015

Quinchía, en su cita con la memoria 2 parte

Por: Felipe Chica Jiménez


Los móviles de la guerra

Sobre la cima del cerro Gobia se ve completo el casco urbano de Quinchía, rodeado de una inmensa topografía ondulada. A un lado del cerro, la vía alterna que comunica el norte del Valle con Risaralda, Caldas, Antioquia y Chocó.Según el sociólogo Jorge Iván Toro, la historia de violencia en este municipio no permite ignorar el hecho de que su ubicación estratégica ha sido determinante para los intereses territoriales de actores como el Frente Oscar William Calvo del EPL y al  Aurelio Rodríguez de las FARC, que operaron allí hasta finales de los 90 y principios del 2000 y posteriormente el BCB.
Sin embargo, para algunos mineros tradicionales el oro ha sido uno de los móviles más importantes de la violencia. Desde los tiempos de ‘Don Olmedo’, oriundo de Quinchía y fundador del grupo paramilitar conocido como ‘Los Magníficos’, muchas de los crímenes cometidos en décadas anteriores fueron motivados por el interés de apropiarse de tierras con minas de oro, según testimonios recogidos en el libro ‘Balas por encargo’, del periodista Juan Miguel Álvarez. La idea no es nada descabellada, si se tiene en cuenta que Édgar Aricapa, Juan Romero y Líber Ladino, víctimas del BCB en la masacre del 2004, fueron en su momento presidentes de la Asociación de Mineros de Miraflores, según un exsocio de esta colectividad.

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Alcances del proyecto

Por su lado, el grupo de investigadores de la UTP plantea que los móviles de la guerra en el periodo 2002-2004 son complejos y se deben leer en la luz de un momento político.
De la mano de  unas 30 víctimas directas, el equipo ha realizado alrededor de 15 talleres en los que se han reconstruido el duro pasado y se habla de otros crímenes y detalles que se podrán conocerse con el informe final, así como la propia voz de quienes los padecieron y que hoy, gracias a la iniciativa, hacen frente al olvido y al miedo a recordar.
(…)  “en los talleres aprendimos que recordar nos hace fuertes y que la memoria es como una cajita donde guardamos lo más preciado, las piezas de lo que es nuestro presente”, dice una de las víctimas en la socialización de avances del proyecto y cuya identidad se reserva por motivos de seguridad.
(…) “Cuando mis hijos me preguntaban por el abuelo yo no sabía cómo hablarles”, dice con voz quebrada y  ojos aguados un joven (…) “Mirar el tiempo atrás es muy difícil, olvidar las esquirlas que nos ha dejado el miedo por esos caminos y montañas a mi hijos y a mí misma”“(…) esto talleres nos han enseñado a mirar esto que ha pasado sin miedo (…) a acercarnos y unirnos entre nosotros”.
Los testimonios de las víctimas dejan ver su gratitud por al proyecto, insinuando un enfoque de trabajo que va más allá de la reconstrucción fría de los hechos. Reivindicar a las víctimas como sujetos políticos”, en palabras de uno de sus investigadores.
Así mismo, el Centro de Memoria Histórica no solo puso la financiación que permitió llegar hasta las veredas, también un conjunto de elementos metodológicos claves para responder a la pregunta: ¿qué pasó en Quinchía? ‘La línea del tiempo’, en la que se desarrolla la cronología del conflicto, con hechos claves como la ‘Operación Libertad’, es uno de ellos.
También están ‘Los mapas de lugares’, que sitúan en el espacio físico los referentes de la memoria y que para Quinchía son La Ceiba, Aguas Claras, el río Opiramá y  otros lugares en las veredas La Cumbre, Miraflores, Buenavista y Juantapao, por donde el pasado 6 de diciembre pasó la ‘Caravana por la vida’, en la que se recordó a las víctimas de la guerra y se sembraron árboles en su nombre.
Finalmente, además de reivindicar la autoridad moral de las víctimas, el informe promete suscitar el debate en torno a la idea de que el departamento de Risaralda no ha puesto su cuota en la historia del conflicto colombiano porque “los dirigentes políticos han vendido la idea de que esto aquí siempre ha sido un remanso de paz”, dice Verón. Curiosamente, todo remanso se caracteriza por ser  profundo y de corrientes desleales.

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