El presente blog es el resultado de la experiencia investigativa "Quinchía una memoria de resistencia oculta entre montañas" que se realizó en los años 2014 y 2015, gracias a las voces y la presencia de distintos sectores de la comunidad de Quinchía en el departamento de Risaralda y con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y Colciencias.
viernes, 22 de mayo de 2015
Quinchía, en su cita con la memoria 1 parte
Por: Felipe Chica Jiménez
“El país aún no sabe lo que pasó en Quinchía”, dijo el investigador Luis Colorado, del Centro de Memoria Histórica -CMH-, el 22 de noviembre durante la socialización del proyecto “Quinchía: una memoria de resistencia oculta entre montañas”, adelantado por el Grupo de Investigación en Filosofía y Memoria de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP).
El proyecto financiado por el CMH tiene como propósito reconstruir la memoria con las víctimas de los hechos de violencia ocurridos entre el 2002-2004 y que “tiñeron de sangre los cafetales” de veredas como Miraflores, Naranjal, El Retiro, Buenavista, Opiramá, según Alberto Verón, director del grupo de investigación.
El periodo 2002-2004 enmarca la incursión de los frentes Héroes y Mártires de Guática y el Cacique Pipintá en este municipio. Ambos grupos pertenecientes al Bloque Central Bolívar -BCB- de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en su momento al mando de Carlos Mario Jiménez, ‘Alias Macaco’, a quien se le atribuye la gran mayoría de violaciones de derechos humanos en este municipio del norte de Risaralda.
Historia de masacres
El 11 de mayo del 2002 sería el comienzo de un periodo de masacres atribuidas al BCB. En la mañana de ese día, los paramilitares arribaron a las veredas de El Higo, Buena Vistas, Naranjal y San Juan, en camiones turbo. Se presentaron en algunas viviendas con lista en mano y asesinaron a seis personas, entre campesinos e indígenas. Seis meses después, entre el 22 y 25 de octubre de 2002, los ‘paras’ (nombre dado en Colombia a las autodefensas ilegales que muchas veces operaron en coordinación con el Ejército Nacional) sembrarían nuevamente el terror por los caminos veredales de Naranjal, Encenillal, San Juan y San José, con la muerte de siete campesinos y dos indígenas Embera Chamí, asesinatos que ocasionaron el desplazamiento de varias familias de esta comunidad.
Pero no sería ése el año más crítico de violencia paramilitar en la zona. Con la llegada del Frente Cacique Pipintá en el 2003, Quinchía fue escenario de una de las oleadas de asesinatos selectivos más sangrienta en la historia del departamento de Risaralda, ubicado en la llamada zona cafetera. Sólo entre enero y abril más de 15 líderes sociales fueron asesinados.
Uno de los más recordados fue el de la líder sindical y docente Soraya Patricia Díaz. “Soraya caminaba caída la tarde del 13 de marzo cuando fue interceptada por hombres uniformados y con brazaletes de las AUC. La esperaron en un punto y le hicieron un par de preguntas, después la mataron”, cuenta un testigo cuya identidad pide ser reservada. Mientras Soraya estaba en el suelo, aún con vida, los hombres de las AUC la golpearon. Por los hechos fueron condenados Henry de Jesús Tabares Vélez, alias ‘Hugo’, y John Jairo Agudelo Castrillón, alias ‘Pablo’.
Pero la tragedia humanitaria en Quinchía aun no rebasaba sus límites. La madrugada del 29 de septiembre de ese año llegó con la captura masiva de al menos 120 personas por parte de agentes del Estado. Desde el alcalde electo hasta el carnicero del pueblo fueron sindicados de ser colaboradores del Ejército Popular de Liberación -EPL-, a cargo de Berlaín de Jesús Chiquito Becerra, alias ‘Leyton’, quien para la fecha ya había sido responsable de un sin número de secuestros y homicidios. La captura masiva se conoció como ‘Operación Libertad’ y fue un hecho atípico, al punto que 22 meses después los más de 120 capturados, salvo uno, fueron dejados en libertad por falta de pruebas.
El hecho, que se presentó en algunos medios como un desacierto de la justicia colombiana, acentuó, según líderes sociales, la estigmatización sobre el pueblo y el doloroso paso del paramilitarismo por sus tierras, ya que a pesar de las alertas emitidas por la comunidad sobre la presencia de las AUC en el municipio, en julio del 2004, el control territorial por parte de éste grupo mostraría una vez más su grado de consolidación. Según testigos del momento, ‘los paras’ ingresaron desde el 1 de julio y acamparon hasta el 11 del mismo mes amenazando a la comunidad con lista en mano. En ese lapso, seis personas fueron masacradas dejando una nueva estela de horror en el territorio ubicado entre las veredas La Cumbre y El Cedral, que desplazó más de mil personas, según documentó el centro de investigación académica Cinep.
Por los hechos solo ha sido postulado ante los tribunales de Justicia y Paz John Fredy Vega Reyes, alias ‘Marlon’ o ‘Tiburón’, del Frente Héroes y mártires de Guática.
tomado de Tras la cola de la rata Quinchía, en su cita con la memoria
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